Hace pocos días saltó la noticia de un representante del ayuntamiento el cual, presuntamente, según dicha noticia, en un bar de la ciudad quiso imponer su estatus para que se saltaran las normas sanitarias y tener una mesa que superaba el aforo permitido por la situación sanitaria actual, dando órdenes a la policía local para que se desplazara al lugar buscando motivos para cerrar el bar. Al día siguiente saltó otra noticia donde daba sus explicaciones desmintiendo lo sucedido.
En un juicio, como es normal se oye a las dos partes y desde la imparcialidad, se dicta una sentencia. ¿Imagináis que el alcalde, con las quejas del dueño del bar o de los camareros hubiese sancionado con X días de empleo y sueldo al representante político?. ¿Sería capaz de hacerlo?. ¿Sería normal que lo hiciera como hacen en Tussam con sus empleados?. Hasta donde llegan nuestros conocimientos, en un estado de derecho, todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, de hecho, no se puede obviar el término “presunto” o “presuntamente” mientras no lo dicte un juez, de hecho, de no hacerlo aquí nosotros, casi con total seguridad nos podrían alguna querella... casi seguro, entonces, ¿por qué cuando se inicia un expediente sancionador en Tussam, los textos que se redactan afirman sin tapujos la realidad de los hechos antes de que pueda responder el compañero? ¿no existe para nosotros la presunción de inocencia? ¿quien es un empleado de Tussam en un cargo X para hacer de juez y parte en los expedientes? ¿dónde radica su imparcialidad? Porque, aunque sucede siempre todo lo contrario, deberían posicionarse siempre del lado del trabajador, ¿o no?, por tanto, su imparcialidad queda en entredicho. Lo que sucede lamentablemente en Tussam desde que llegó al ayuntamiento el PSOE es, que disfrutan sancionando a empleados, creando malestar entre toda la plantilla, dinamitando la paz social, arrasándola y ahí están las estadísticas y hemerotecas. Por esto, seguimos denunciando que en Tussam, hay quienes se dan golpes de pecho, jugando a los jueces y cuando los juzgados dan la razón al empleado, o por desgracia comete cualquier locura y se quita la vida, los dirigentes, se van de “rositas”.
Confiamos en que en algún momento, alguien del partido político ponga aquí cordura y dejen en manos de quienes deben las sentencias, los jueces, y cuando estos dicten sentencias (valga la redundancia), entonces se tomen las medidas oportunas, no antes, porque el alcalde, visto lo visto, no sancionará al político de turno por las quejas de los vecinos de Sevilla, aunque haya testigos. Por eso, seguimos comprobando como, la justicia se imparte según quien sea el denunciado. Porque una cosa piensa el borracho...y otra el bodeguero.
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